En este contexto, Salamone pudo desplegar toda su creatividad, cercana al Monumentalismo de las estéticas modernistas. Objetos industriales como ruedas, tanques y engranajes son parte de sus macizas arquitecturas, una suerte de experimentos que incluyeron cuerpos y gráfica en escala gigantesca.
Esta libre interpretación de las corrientes formales de la época, sumado a la eficiencia con que ejecutaba sus trabajos (alrededor de 18 meses era el promedio de tiempo que transcurría entre el inicio del trámite y el acto oficial de inauguración) y a su incapacidad de delegar tareas y resolver todos los aspectos de cada obra personalmente, lo convirtieron en una leyenda que trascendió su tiempo.
Los principales edificios de su autoría son: las municipalidades y los mataderos de Coronel Pringles, Guaminí y Salliqueló; las municipalidades de Tornquist, Laprida, Alberti y Carhué; y los cementerios de Laprida, Saldungaray y Azul.